En el hemisferio sur el invierno termina en setiembre. Yo lo empiezo a extrañar desde agosto. Es que me encanta el invierno, pero soy consciente de que a casi nadie le gusta esa estación. El frío, los resfriados, las comidas familiares... Ya se que a muchos les parece que los astros se alinean para decirles que la vida es una mierda.

Pero, al contrario de lo que se suele pensar, el invierno no tiene un efecto negativo en nuestro estado de ánimo.

Así lo afirma un estudio reciente de la Universidad de Auburn. El profesor Steven LoBello ha liderado un análisis en el que se han examinado los casos de 34.294 personas adultas de Estados Unidos. Todos los participantes completaron encuestas y pasaron diferentes pruebas en varias épocas del año, con el afán de buscar un patrón estacional que relacionara a la mayoría.

El estudio contraria a varios análisis previos que afirmaban que el invierno causa depresión. LoBello ha declarado que esto se debe a que los análisis anteriores cogían como base a personas que previamente habían afirmado que el cambio de estaciones afectaba a su estado de ánimo. Y que, por tanto, se trataría más bien de un efecto nocebo que nada tiene que ver con la época del año.

No obstante, desde Science of Us han dado un paso más. Y, haciéndose eco de otro estudio de la Universidad de Lieja (Bélgica), han explicado que el invierno podría mejorar nuestra capacidad mental.

En este último estudio se hicieron pruebas a 28 sujetos jóvenes en diferentes épocas, intentando descifrar si sus capacidades cognitivas variaban dependiendo de la estación en la que se encontraban. Los resultados demostraron que estas no se modificaban con el cambio de estaciones, desechando la idea de que el invierno tiene efectos nocivos en nuestras habilidades mentales.

A posteriori se ha recalcado que la actividad cerebral es mucho más intensa durante las épocas cálidas. Por lo tanto, en invierno se consigue el mismo resultado con mucho menos esfuerzo.

O lo que es lo mismo: nuestro cerebro es más eficaz en invierno.

A falta de un estudio que defienda esta teoría, los datos recogidos hasta el momento evidencian esta hipótesis. Aun así, son precavidos en sus conclusiones. Porque, al fin y al cabo, las estaciones dependen completamente del lugar del mundo en el que nos encontremos.





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