Michelangelo Buonarroti, conocido en español como Miguel Ángel, desafió a la dolorosa artritis que invadió a sus manos en los últimos 15 años al continuar con su trabajo hasta sus últimos días, sugiere un nuevo estudio que analizó retratos del artista, así como documentos históricos.


El equipo incluyó al Dr. Davide Lazzeri y Manuel Francisco Castello, ambos especialistas de cirugías plásticas reconstructivas y estéticas de la Clínica Villa Salaria, en Roma, a Donatella Lippi, directora del departamento de Historia de la Medicina en la Universidad de Florencia, a Marco Matucci-Cerinic, experto en reumatología de la misma universidad, entre otros.

En particular, tres pinturas, que muestran al artista entre sus 60 y 65 años en donde su mano izquierda tiene señas de osteoartritis, un doloroso padecimiento de las articulaciones que hoy día afecta el 9.6% de los hombres y al 18% de las mujeres mayores de 60.

Varios trastornos orgánicos, psicológicos y de comportamiento han sido atribuidos a Miguel Ángel, desde intoxicación de plomo hasta Asperger, pero un estudio en su biografía y cartas apoya el diagnósticos de la osteoartritis degenerativa, posiblemente descartando otros padecimientos.

Correspondencia entre Lionadro di Buonarroto Simmoni (su sobrino) y Miguel Ángel ha revelado que el artista padecía gota. Pero, según los investigadores, no se pudieron detectar muestras de inflamación o evidencia de tofácea, pequeños bultos de cristales de ácido úrico que se forman bajo la piel cuando una persona tiene gota.
Lazzeri y sus colegas estiman que probablemente Miguel Ángel (1475-1564) comenzó a experimentar los primeros síntomas entre 1547 y 1553, cuando trabajaba en la Piedad Florentina. El martilleo y cinceleo extensivo durante sus años de juventud probablemente fueron responsables de las deformidades en sus manos más adelante.

De acuerdo con los investigadores, las señas de osteoartritis en la mano izquierda del artista se pueden detectar en tres retratos, el primero pintado por Jacopino del Conte (1510–1598) en 1535, en donde se ve a Miguel Ángel cansado y más grande que su edad en ese momento (60 años). Su mano izquierda está colgando, con señas aparentes de un padecimiento articular no inflamatorio. El segundo es de 1544, pintado por Daniele Ricciarelli – mejor conocido como Volterra – y probablemente es una copia del trabajo de Conte. El tercero, por Pomepo Caccini, fue pintado en 1595, 36 años después de la muerte de Bounarroti, y muestra la mano del artista en una postura similar a la de una garra.


En los tres retratos, los científicos aseguran que se puede notar inflamación en la base del pulgar y en articulaciones más pequeñas del pulgar y el dedo índice cuyos orígenes no suelen ser por la gota.

En el estudio, los investigadores detallan como para el momento en que tallo a El David, diseño las basílica de San Pedro y pinto El Juicio Final en la Capilla Sixtina, sus manos estaban deformes. Migue Ángel ya no podía escribir y sólo podía firmar sus letras. No obstante, el maestro fue visto martillando hasta seis días antes de su muerte el 18 de febrero de 1564.

Los resultados, detallados en Journal of the Royal Society of Medicine, sugieren que fue justo el trabajo intenso lo que ayudo a Miguel Ángel a mantener sus manos en funcionamiento a pesar de la osteoartritis.




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