Lamentablemente cuando alguien nos habla de las gallinas criadas para la industria del huevo, lo primero que se nos viene a la cabeza son aquellas granjas de factoría donde las pobres aves viven hacinadas, paradas sobre sus propios desechos e incluso acompañadas de los cuerpos de sus compañeras fallecidas. Y claramente, esta es una imagen perturbadora. Pero por suerte aún hay quienes se dedican a este negocio y que creen que los animales sí tienen el derecho de ser tratados dignamente.
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