Los médicos alertaron a la joven venezolana de que el uso prolongado puede causar efectos irreversibles en su salud.

Los resultados que consiguió fueron una cintura muy pequeña de 52 centímetros, que sumado a un exagerado implante de bustos, le dan un aspecto de “muñeca”.

La venezolana contó orgullosa que duerme con el corset y que es como “su segunda piel”. A pesar de reconocer que “al principio fue horrible”, asegura que luego se acostumbró de tal manera, que se siente rara si no utiliza una faja.

Según su médico, aunque ahora el extremo cambio de reducción de cintura no tiene ninguna consecuencia de salud, puede tenerla en el futuro. Por eso insistió en que detenga el uso de corset.

La joven contó su rutina en esta entrevista: