Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha declarado a través de un estudio que solo la comida que se tira en Latinoamérica bastaría para alimentar a un tercio de la población mundial.

Llevándolo a cifras, significaría que las 348 000 toneladas que se desechan allí a diario podrían alimentar a 300 millones de personas. Si nos centramos solo en la comida desechada por supermercados latinoamericanos, sería suficiente para dar de comer a 36 millones de personas.

¿Qué podríamos hacer, entonces, con la comida que se tira en todo el mundo? Se calcula que, hoy en día, alrededor de 800 millones de personas pasan hambre o se encuentran en una situación de malnutrición. Sin embargo, se ha llegado a la conclusión de que no haría falta toda la comida desechada del mundo, únicamente un cuarto, para alimentarlos.

La situación podría ser un poco menos grave si fuéramos más eficientes con la manera de gestionar las sobras de comida, si dedicáramos nuestros deshechos a crear compost para los cultivos o si los recicláramos en forma de biocombustible, pero la triste realidad es que la mayor parte de ellos acaba en un vertedero sin ningún uso más allá que el de ocupar espacio y contribuir al efecto invernadero por los gases que emiten. Además, también suman a la contaminación del suelo.

Por otro lado, no podemos olvidarnos del impacto del hambre en la gente. La malnutrición es la causa de mortandad de un 45 % entre los niños por debajo de cinco años. También es uno de los principales responsables del mal estado de la economía en países en vías de desarrollo, ya que una alimentación insuficiente reduce la productividad de los trabajadores y aumenta la efectividad de las enfermedades, a la vez que nos quita recursos para combatirlas.




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