El luchador neozelandés de jiu-jitsu Jason Lee asegura que fue secuestrado por diversos agentes de policía en la ciudad de Duque de Caxias, cercana a Río de Janeiro. Lee relata que los agentes le obligaron a retirar hasta 550 euros en varios cajeros automáticos de la ciudad.

Lee se topó hace dos días con los agentes en lo que parecía un simple un control rutinario de la Policía Militar. Una vez detuvo su vehículo, a Lee le exigieron el pago de 2.000 reales brasileños por no llevar el pasaporte encima. Cuando acabó el incidente, el luchador se dio cuenta que no era ilegal conducir el vehículo sin el pasaporte.

"Una vez fuera del vehículo, ambos policías, armados, me llevaron al vehículo personal de uno de los agentes a punta de pistola" explica Lee. Fue entonces cuando le forzaron a extraer el dinero de los cajeros.

Antes de huir, los agentes de policía le amenazaron. "No digas nada a nadie sobre esto".

El luchador "kiwi" lleva 10 meses entrenando en Río de Janeiro a pesar de que la modalidad que practica no sea deporte olímpico. Según Lee, el asunto del secuestro solo es la punta del iceberg, ya que su experiencia en el país ha sido terrible.

"Las cosas desde que llegué solo han ido a peor. No sé qué es más deprimente, que los extranjeros sean secuestrados poco antes de los Juegos Olímpicos o el hecho de que los brasileños tengan que vivir en una sociedad que permite esta estupidez a diario. Este lugar está verdaderamente jodido en todos los sentidos de la palabra que puedas imaginar", posteó Lee en su muro de Facebook.

Lee denunció el incidente a la Policía Civil, aunque por miedo a las represalias evitó proporcionar la matrícula del coche en el que fue secuestrado. El neozelandés afirma que tras interponer la denuncia se presentaron en su casa sin previo aviso algunos agentes de la Policía Militar a los que hizo caso omiso.

Cabe destacar que el secuestro se produjo con el dispositivo de seguridad de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ya en marcha. Un operativo que dispone de más de 22.000 militares y del que no habla demasiado bien el secuestro de un luchador profesional.




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