En realidad, el nombre de murciélago, se debe a una metátesis histórica de "murciégalo", palabra formada por la expresión del castellano antiguo mur-cego «ratón ciego», la cual deriva a su vez de la unión de los términos latinos mus, ratón, caecŭlus (diminutivo de caecus), ciego, y alatus alado.
También en otras lenguas su nombre hace referencia a su parecido con estos roedores y a su capacidad de volar, como en alemán, llamado fledermause (ratón que vuela), en euskera se llama sagu zahar (ratón viejo), los chinos les llaman sein-shii (ratón celeste) y los aztecas les llamaban quimichpapalotl, de quimich, ratón, y papalotl, mariposa.
En Centroamérica se han encontrado representaciones de una divinidad murciélago de los mayas en columnas de piedra y recipientes de barro de unos 2.000 años de antigüedad; esta deidad tenía cabeza de murciélago y las alas extendidas, y también aparece en pictogramas de esta cultura.
En multitud de mitos y leyendas, y en la mayor parte del mundo, los murciélagos han causado temor entre los humanos a lo largo de la historia. A causa de los hábitos nocturnos de la mayoría de sus especies y la ancestral incomprensión sobre como podían «ver» en la oscuridad, se les consideraba y todavía se les considera a menudo como habitantes siniestros de la noche.
Estos temores supersticiosos se manifiestan en casi todo el mundo con pocas excepciones, como en China, donde son símbolo de felicidad y provecho; este hecho se refleja en la palabra china fu, que significa al mismo tiempo «felicidad» y «murciélago». Estos animales son utilizados a menudo, en grupos de cinco (wu fu), como un bordado en la ropa o como un talismán redondo. Los cinco murciélagos representan las cinco felicidades: salud, riqueza, larga vida, buena suerte y tranquilidad; este antiguo diseño a menudo es representado en color rojo, el color de alegría.
Con aproximadamente 1200 especies clasificadas y repartidos por todos los continentes excepto la Antártida, los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de volar. Desempeñan una función ecológica vital como polinizadores y también desarrollan un importante papel en la dispersión de semillas; muchas plantas tropicales dependen por completo de los murciélagos.
Desde tiempos antiguos el hombre ha intentado buscar una respuesta a la manera en que estos mamíferos se orientaban y cazaban en la oscuridad. Asi pues, Lazzaro Spallanzani descubrió en 1793 que se desorientaban si no podían oír, pero que evitaban obstáculos cuando estaban cegados. En 1920 el fisiólogo inglés Hartridge apuntaba la posibilidad de que localizaran y capturaran a sus presas con el oído. Ya en 1938, con el desarrollo de un micrófono que captaba las altas frecuencias, Donald Griffin descubrió que los murciélagos emitían ultrasonidos.  Hoy en día sabemos que lo hacen gracias a la ecolocación, un sistema de percepción que consiste en la emisión de sonidos para producir ecos que a su retorno se transmiten al cerebro a través del sistema nervioso auditivo.
A pesar de la extensa visión popular de los murciélagos como animales que se alimentan de sangre, en realidad sólo existen tres especies hematófagas, todas originarias de América e incluidas en la subfamilia Desmodontinae, conocidos popularmente como vampiros.

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