La primera intervención se la realizó en Chipre, en donde su marido había sido destacado por las fuerzas armadas.
Según consigna Daily Mail, Debbie se topó con dificultades el año pasado, cuando quiso someterse a su tercer y hasta ahora último incremento mamario. En sus declaraciones, cuenta que no daba con ningún cirujano dispuesto a cumplir con su pedido, hasta que una clínica privada de Higgate se avino a hacerlo.
Ella asegura que pretende hacer que sus senos crezcan más, aunque ya los médicos le han dicho que superó las posibilidades de colocarse implantes. La alternativa es entonces viajar a EE.UU., donde podrían inyectarle una solución salina que haría crecer sus senos todavía un poco más.
Actualmente, su voluminoso busto acumula casi tres litros de silicona, y el peso y volúmen del mismo resulta desproporcionado para su estatura, que apenas supera los 150 centímetros.
"La gente me mira donde quiera que vaya, pero lo disfruto. Me encanta el aspecto falso de mis pechos y quiero que sean lo más grandes posible. Sé que no soy la típica esposa de militar, ni una madre convencional, pero no le hago daño a nadie", asegura.
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"En casa mi marido es quien plancha la ropa", explica a mujer, agregando que su compañero también se encarga de varias tareas que a ella le resultan difíciles por causa de sus senos.
Además, cuenta que en su trabajo en una fábrica de autopartes su asiento debió ser corrido bastante hacia atrás para que sus pechos no interfirieran en la línea de montaje.
Por otra parte, sus enormes senos no solo han satisfecho un deseo personal: también han comenzado a generar ganancias. Debbie tiene numerosos admiradores en las redes sociales, y cobra 35 libras (casi 1.400 pesos) por enviar una foto suya en topless.