Tenemos por costumbre tomar medidas radicales casi del medievo para evitar que los animales accedan a determinadas partes de nuestras casas y jardines: pinchos en las cornisas para que no descansen en ella las palomas, azufre en los frisos de las viviendas para evitar que los perros orinen, verjas electrificadas para que el ganado no se escape, veneno para las hormigas si entran en casa, ratoneras en el campo para que no se coman el grano, etc. Todas son medidas con otro tipo de alternativas más ecológicas, pero al final desgraciadamente mucha gente acaba afrontando el problema de la forma más bizarra.
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