En martes 13, no te cases ni te embarques, ni de los tuyos te apartes. Pero, ¿por qué los viernes también son jornadas de miedo? El origen de la malicia se atribuyó primero al número en sí, y luego la tradición española señaló el martes en el calendario como un día nefasto. Más tarde los anglosajones la emularon ubicándolo en el viernes y el resto lo hizo en el siglo XX la saga de terror, Viernes 13. Los más supersticiosos aseguran que en fechas como hoy, no es recomendable cortarse el pelo ni las uñas porque atraen la mala suerte. Por las dudas, es bueno saberlo.
Con mucho cuidado
El temor a enfrentarse a un espejo roto es quizás una de las supersticiones más comunes en Occidente. Algunos creen que la leyenda proviene de la antigua Grecia, donde se practicaba la craptomancia o arte de adivinación a través del espejo. En aquellas épocas la técnica se ponía en práctica utilizando superficies brillantes de cobre, bronce o plata, y si se rompía era un signo inequívoco de muerte. En la Europa del siglo XV corrió como reguero de pólvora el miedo a romperlo, ya no tanto por su asociación con algún mito o leyenda tenebrosa. Lo que pesaba era el altísimo costo económico que tenía adquirirlos y que se rompiese, resultaba una verdadera desgracia. Por ello las dueñas de casa advertían a sus criados que dañarlos equivaldría a tener siete años de mala suerte.
El arte de esquivar
Si camina por la calle y encuentra una escalera, ¿la bordea o continúa su ruta? Muchos la sortean porque pasar por debajo trae mala suerte, o al menos eso dicen. La superstición tiene tintes religiosos y resulta de la antigua creencia de que al apoyar la escalera contra la pared se forma un triángulo que en la Antigüedad se asoció con el símbolo de la Santísima Trinidad. Los creyentes evitaban pasar por debajo de ese arco sagrado porque decían que ese recoveco era el escondite favorito del demonio
Atención al pasamano
La sal es desde tiempos remotos bienhechora frente a cualquier maleficio, por eso algunos la combinan con otros ingredientes para hacer limpiezas energéticas. Conjuntamente, se cree que arrojar una pizca por encima del hombro izquierdo espanta la mala suerte. Sin embargo, no todo son buenas noticias; si la sal se derrama o se echa en un lecho nupcial traerá desgracias. De igual modo es negativo recibir el salero de mano de otros. La costumbre viene de la Antigüedad cuando la sal era utilizada como forma de pago y si se la pasaba de mano en mano, se rompía, causando peleas y disgustos entre los involucrados. La recomendación fue entonces ponerla sobre la mesa para que cada quién la tomase a su modo, y santo remedio.
Mejor el silencio
En muchos países se considera que ver volar una lechuza, y oír su canto, es de mal agüero, con frecuencia relacionado con el anuncio de una muerte. Algunas anécdotas recogen que previo al deceso de Julio César se oyeron los gritos de una lechuza rondando la casa del emperador romano. Hay quienes mencionan que mirar dentro del nido de esta ave puede inducir cambios de carácter, provocando que el observador sea melancólico por el resto de sus días. Sin embargo, más antigua es la idea avivada por los griegos que las consideraba aves colmadas de sabiduría y símbolo de luz porque poseían el don de la clarividencia y dotaba de poderes a quien la llevara como amuleto.
Todos menos uno
El amarillo en las prendas de vestir no es recomendable para los más supersticiosos. La tradición cristiana asoció el color con el azufre de los infiernos y de ahí su connotación negativa. Asimismo, en la Edad Media a los herejes se les vestía con atuendos de ese color y las ciudades que padecían epidemias eran obligadas a señalarlo colocando una bandera amarilla que condujo posteriormente a asociar el tono con enfermedades. En el ámbito teatral, sobre todo en la península ibérica, es de mal agüero para el espectáculo vestir prendas con esta coloración.
Bien guardado
El paraguas abierto en el interior de la casa, o bajo cualquier superficie, se convierte en un vehículo del mal. Además, hay quienes consideran que girarlo abierto sobre la cabeza espanta la buena suerte, y decían que por la misma consecuencia debía evitarse colocarlo sobre la cama o en una mesa. Una anécdota más racional acerca del origen del temor indica que esta idea se extendió para evitar accidentes, sobre todo pensando en los usuarios desprevenidos que no sabían dominar bien el armatoste, elaborado siglos atrás con fuertes y peligrosas varillas metálicas.
Al filo
Para los romanos las tijeras eran las encargadas de cortar los hilos de la vida; y sus efectos negativos suceden si están abiertas o apuntando a una persona. Se señala, por ejemplo, que si en un descuido se colocan en dirección a un soltero, es signo de que permanecerá en ese estado civil por largo tiempo, o que será víctima de infidelidades. También se cree que si caen al suelo, la persona a la que dirigen su punta se enfrentará a una desgracia inmediata. Para contrarrestar el efecto sugieren echar una pizca de sal por encima del hombro izquierdo.
Por la acera de enfrente
¿Cómo reacciona si se cruza con un gato negro? Pese a que estos animales son símbolos de divinidad para unos, y de maldad para otros, la superstición en su contra es muy popular. En el antiguo Egipto se creía que los felinos eran reencarnaciones de los dioses y por ello se los veneraba y momificaba. Si alguien osaba matarlos era condenado a la pena capital. En contraste, en la Europa del siglo XII, se los consideró insignias de la brujería y se alentó su persecución y matanza en hogueras. A partir de esa costumbre se instaló la idea de que cruzarse con un minino negro es señal de una desgracia en ciernes.
Dar y recibir
Los cuchillos no se regalan, por eso si recibe alguno sí o sí debe entregar dinero a cambio; al menos así lo afirman los conocedores de esta costumbre poco extendida. No hay ley escrita al respecto, pero los que creen en ella explican que los cuchillos se pagan o acarreará el fin de la amistad entre quien lo recibe y quien lo da. El efecto se contrarresta entregando un pago mínimo que posee un carácter simbólico, incluso se dice que esa moneda se convertirá en un talismán de buena suerte. Emparentado con estas ideas, no falta quien recomiende no cruzar nunca dos cuchillos porque es un mal pronóstico para el futuro.