Rock cristiano. Usar el efecto estupefaciente del rock & roll, la mal llamada "música del diablo", para alabar a Dios.
Detrás de esa aparente contradicción se esconde una industria que mueve millones —de personas y de dólares— y que la propia iglesia considera, a pesar de los recelos iniciales, como una de las herramientas de reclutamiento más poderosas de las que disponen en la actualidad, sobre todo a la hora de captar el interés del público joven.
Victoria Louise Beeching conoce bien esa escena. Con más de 57.000 seguidores en Twitter y una presencia regular en programas como Thought for the Day, un espacio de la BBC Radio 4 dedicado a tratar asuntos de fe, Beeching es una de las voces cristianas más influyentes de su generación.
Su trabajo como comentarista de temas religiosos en radio y televisión y su carrera como cantante y compositora de música cristiana desde principios de los dos mil le ganó la admiración del movimiento evangélico a ambos lados del Atlántico. Beeching ha sido vista como una auténtica estrella en el llamado "Cinturón Bíblico" de Estados Unidos y ha sido un pilar de la escena evangélica británica, de donde ella procede. Todo cambió cuando hace un año decidió pronunciar tres palabras que le venían quemando dentro: "I am gay".
Como recuerda Patrick Strudwick en la extensa pieza que le dedica en BuzzFeed, en realidad no era la primera vez que intentaba salir del armario. Con 16 años, durante una conferencia de las juventudes cristianas, se le ocurrió mencionar sus vacilaciones sobre su orientación sexual. La reacción de los presentes fue practicar una especie de exorcismo para expulsar el lesbianismo de su cuerpo.
"Recuerdo a un montón de gente poniendo sus manos sobre mis hombros y mi espalda y mi pecho, rezando en voz alta y luego gritando cosas como: ' ¡Le ordenamos a Satán que te deje marchar! ¡Echa a esos demonios fuera de ti!Te estamos hablando a ti, demonio de la sexualidad: ¡déjala ir!'".
Su intento fue en vano. Su entorno hizo caso omiso a sus sensaciones. Sensaciones que iban más allá de la simple duda, porque Beeching tiene claro que es lesbiana desde los 13 años.
Aquel episodio exorcista convenció a la joven británica de que la homosexualidad y la fe cristiana seguían siendo cosas incompatibles de cara a la mayoría. Así que decidió seguir negando su sexualidad en silencio, mientras se iba haciendo un nombre en el mundo del rock cristiano.
A los 23 años, tras graduarse en teología por la Universidad de Oxford, Beeching firmó por EMI Records y se mudó a Nashville. Los siguientes siete años de su vida los pasó girando por salas e iglesias de EEUU.
La vida de Vicky dio un vuelco cuando un día, a la edad de 30 años, le diagnosticaron una enfermedad autoinmune crónica, en concreto una forma de esclerodermia localizada conocida como "golpe de sable". Los médicos le dijeron que ese tipo de ataques internos contra el cuerpo propio solían estar provocados por un estrés psicológico extremo. Beeching supo inmediatamente de lo que se trataba.
Hace ahora un año, Vicky daba a conocer su homosexualidad. "Soy lesbiana. Dios me ama de la manera que soy", rezaba un titular. Bueno, no todos pensaron de la misma manera.
"Fue un alivio, pero también fue bastante aterrador", comentó la artista. "Fue una sensación interesante el convertirte de repente en un objeto; una cosa que o bien servía para apoyar la causa de alguna gente, o era la antítesis de otra gente. Era 'Vamos a cogerla como mascota' o 'Vamos a dispararle por ser un ejemplo del mal'. Para muchos cristianos conservadores, me convertí en un símbolo de la gente que se estaba deslizando hacia pecados inimaginables. La gente olvida que hay una persona escondida debajo del edredón preguntándose si va a poder tener una vida después de aquello".
Los horas siguientes no fueron fáciles. Vicky fue invitada a participar en un programa de Channel 4 en el que tuvo que debatir con Scott Lively, pastor y activista estadounidense conocido por sus posturas anti-gay. Pronto sintió que su gesto no había sido en balde.
A raíz de aquel programa, otros jóvenes cristianos comenzaron a salir del armario. Muchos la contactaron para decirle que habían encontrado inspiración en su historia. Jóvenes gays y lesbianas que, como ella, reclaman su derecho a disfrutar de su sexualidad dentro de la fe cristiana.
Vicky puede hablar de piquetes, ataques y boicots. Ha pasado por todo eso en el último año. Su carrera musical en América se da por muerta, porque sabe que ninguna megaiglesia y ningún festival cristiano de los que frecuentaba la van aceptar como lesbiana. Ella, sin embargo, prefiere quedarse con lo bueno.
"Existe un techo invisible de cristal en las iglesias para muchos cristianos LGBT", comenta. Ella quiere romper ese techo, ejercer de puente entre ambas comunidades, pensando sobre todo en los jóvenes gays y lesbianas que puedan sentirse aislados.
"Simplemente quiero poder decir las cosas que yo no puede oír cuando tenía su edad". Esa es su cruzada.
A los 23 años, tras graduarse en teología por la Universidad de Oxford, Beeching firmó por EMI Records y se mudó a Nashville. Los siguientes siete años de su vida los pasó girando por salas e iglesias de EEUU.
La vida de Vicky dio un vuelco cuando un día, a la edad de 30 años, le diagnosticaron una enfermedad autoinmune crónica, en concreto una forma de esclerodermia localizada conocida como "golpe de sable". Los médicos le dijeron que ese tipo de ataques internos contra el cuerpo propio solían estar provocados por un estrés psicológico extremo. Beeching supo inmediatamente de lo que se trataba.
Hace ahora un año, Vicky daba a conocer su homosexualidad. "Soy lesbiana. Dios me ama de la manera que soy", rezaba un titular. Bueno, no todos pensaron de la misma manera.
"Fue un alivio, pero también fue bastante aterrador", comentó la artista. "Fue una sensación interesante el convertirte de repente en un objeto; una cosa que o bien servía para apoyar la causa de alguna gente, o era la antítesis de otra gente. Era 'Vamos a cogerla como mascota' o 'Vamos a dispararle por ser un ejemplo del mal'. Para muchos cristianos conservadores, me convertí en un símbolo de la gente que se estaba deslizando hacia pecados inimaginables. La gente olvida que hay una persona escondida debajo del edredón preguntándose si va a poder tener una vida después de aquello".
Los horas siguientes no fueron fáciles. Vicky fue invitada a participar en un programa de Channel 4 en el que tuvo que debatir con Scott Lively, pastor y activista estadounidense conocido por sus posturas anti-gay. Pronto sintió que su gesto no había sido en balde.
A raíz de aquel programa, otros jóvenes cristianos comenzaron a salir del armario. Muchos la contactaron para decirle que habían encontrado inspiración en su historia. Jóvenes gays y lesbianas que, como ella, reclaman su derecho a disfrutar de su sexualidad dentro de la fe cristiana.
Vicky puede hablar de piquetes, ataques y boicots. Ha pasado por todo eso en el último año. Su carrera musical en América se da por muerta, porque sabe que ninguna megaiglesia y ningún festival cristiano de los que frecuentaba la van aceptar como lesbiana. Ella, sin embargo, prefiere quedarse con lo bueno.
"Existe un techo invisible de cristal en las iglesias para muchos cristianos LGBT", comenta. Ella quiere romper ese techo, ejercer de puente entre ambas comunidades, pensando sobre todo en los jóvenes gays y lesbianas que puedan sentirse aislados.
"Simplemente quiero poder decir las cosas que yo no puede oír cuando tenía su edad". Esa es su cruzada.