
Los experimentos sociales sacan a relucir verdades muy incómodas y deprimentes. En esta ocasión, un joven buscó en la vía pública a personas que le pudieran cambiar dinero. Todos accedían, aunque para probar su honestidad, él les entregaba un billete de menor valor y simulaba darse cuenta luego de haber hecho la transacción. Las personas se daban cuenta del error, pero aún así no querían devolverle la suma que le correspondía.