“Terrible” y “apocalíptico” son vocablos que no solo podríamos asociar a determinados presentadores de informativos, sino también a algunas investigaciones. Si te dio un vuelco al corazón cuando la OMS advirtió (supuestamente) sobre los efectos perjudiciales de la carne y prestas atención cuando se hablan de las más innovadoras técnicas para adelgazar, hay algo que debes saber: los estudios científicos se han vuelto más exagerados con el paso de los años. O por lo menos, la forma de presentarlos al mundo.

Investigadores del Centro Médico Universitario de Utrecht, en Holanda, han concluido que la frecuencia de palabras y expresiones con exageradas connotaciones positivas como “innovador”, “increíble” o “sin precedentes” se ha incrementado hasta nueve veces en titulares y resúmenes de ‘papers’ publicados entre 1974 y 2014. Casi nada. A la vez, ha habido un incremento similar, aunque un poco más pequeño, en el uso de palabras extremadamente negativas, tales como “decepcionante” o “pesimista”.

El equipo liderado por Christiaan Vinkers rastreó 25 palabras con connotaciones positivas y otras tantas con connotaciones negativas. Así, hablando de porcentajes, de aparecer en un 2 % de las investigaciones de 1974, los primeros vocablos pasaron a un 17,5 % en 2014. Y los otros, de un 1,3 % saltaron a un 2,4 % en el mismo periodo de tiempo.

Por otra parte, este incremento no se ha dado de la misma manera con términos más técnicos y propios de estudios científicos, como “sangre”, “presión” o la mismísima “experimento”.

Además, este peculiar aumento de términos grandilocuentes solo se ve en los ‘papers’, ya que los investigadores realizaron el mismo estudio en libros publicados y se percibieron pocos cambios. Por tanto, parece que estas hipérboles solo se han sabido ganar un hueco en los estudios.

Para los autores de esta investigación la principal conclusión es que los estudios centran la atención en la exageración y en dar bombo en vez de mostrar la calidad de los descubrimientos. Según Vinkers, “para publicarse, necesitas enfatizar lo que es especial y único en tu estudio”. De ahí que ‘innovador’ aparezca ahora tanto. De hecho, los investigadores dicen de broma que, si la curva sigue creciendo, aparecerá en el titular de cada ‘paper’ para el año 2123.

Aunque las conclusiones son preliminares, ya que las palabras buscadas han sido elegidas al azar, Vinkers cree que han ayudado a resaltar un problema: si todo es “resistente” o “innovador” no se puede discernir cuál es la calidad de la investigación. “Las palabras usadas para describir resultados científicos no están ya movidas por el contenido sino por lo comerciables que sean”.

De hecho, cree que la propia forma de ser de las publicaciones científicas podría llevar a que los investigadores escriban este tipo de titulares y resúmenes. Lo ve particularmente presente “en las ciencias biomédicas, sociales y psicológicas”.

Caña para los periodistas
Como no podía ser de otra manera, los periodistas han sido sometidos a estudios parecidos. A comienzos de 2015, un grupo de investigadores contra el cáncer publicaron en Estados Unidos cómo se habían usado determinados adjetivos para describir nuevos fármacos contra el cáncer. Entre ellos, abundaban “exitoso”’, “revolucionario” o “maravilloso”. En muchos casos, estos medicamentos todavía no habían sido aprobados por las autoridades reguladoras o probados siquiera con seres humanos.

En definitiva, a muchos les gusta exagerar cuando escriben, y a veces hay que tener un poco de mesura. Sirvan estos estudios para darnos cuenta de que hay que bajar la velocidad y tener cuidado con lo que decimos y lo que escribimos, como sucede en este maravilloso y excepcional artículo.








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