El bebé puede ser observado en completa comodidad, sin enterarse que ya no está dentro del vientre de su madre y lo más gracioso es que se le puede ver bostezando y “desaperezándose”, al mismo tiempo que el doctor se prepara para liberarlo del saco.
Después, el doctor comienza a cortar el saco amniótico lentamente, con el propósito de que el bebé pueda dar su primer respiro y a medida que comienza a “nacer”, por fin respira y como es de esperarse, también comienza a llorar.
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El saco amniótico es una membrana delgada, pero bastante resistente que rodea al bebé para mantenerlo a salvo durante todo el embarazo; cuando esta membrana se rompe; significa que es hora del parto y el bebé comienza a empujar para salir.
Sin embargo, el caso de este bebé es excepcional y sólo se da en uno de cada 80.000 casos.