Si eres productor, necesitas un actor negro y quieres que tu película sea un éxito absoluto, contrata a Samuel L. Jackson.

Durante años ha sido el actor negro cuyas películas más dinero han recaudado de todo Hollywood. Y según Box Office, solo es superado por Harrison Ford en el ranking completo.

Ahora, a sus 67 años, sigue tan activo como siempre. Y es que, tanto por sus facciones como por su actitud juvenil, puede interpretar perfectamente personajes mucho más jóvenes.

La fama, sin embargo, no le llegó hasta pasados los 40.

Todos recordamos el papel que lo llevó al estrellato. En Pulp Fiction, de la mano de su fetiche Quentin Tarantino, interpretó a un Jules Winnfield que pasará a la historia como uno de los mejores personajes del director.

Pero el camino del hombre recto que recitara a través del capítulo 25 versículo 17 no es, precisamente, el que ha llevado durante toda su vida.

El pasado domingo, al recibir el premio a la trayectoria de los BET Awards, Jackson sorprendió al público con una confesión: “ Mi mujer y mi hija, cuando solo tenía 8 años, me encontraron desmayado en el suelo de la cocina después de haber ido a la despedida de soltero de alguien. Pusieron mi culo en rehabilitación al siguiente día y me han soportado y apoyado desde entonces. Ellas me dan una razón para levantarme y luchar día tras día”.

Samuel L. Jackson era drogadicto. Aunque lleva sobrio desde 1991, año en el que ocurrió el citado incidente, su juventud estuvo marcado por excesos que casi le cuestan la carrera. Una carrera que, antes de pasar por el cine, se había desarrollado en los teatros de Nueva York durante los años 70 y 80.

Cuando actuaba siempre lo hacía bajo los efectos de algún tipo de sustancia. Sobre todo LSD, marihuana y alcohol.

“Tenía muy buena reputación en el teatro, pero era un adicto de mierda que me pasaba gran parte de la obra fuera de mí mismo. Aun así, me presentaba a tiempo, sabía mis líneas y mis gestos. No es que ganara un montón de dinero, pero estaba muy satisfecho artísticamente porque trabajaba con personas que me hacían ser mejor”, dice.

Pero su carrera no despegó de verdad hasta que no dejó su adicción. Jurassic Park y Pulp Fiction llegaron cuando ya estaba sobrio. Y, a partir de entonces, ha demostrado una vez tras otra que es mucho más que el actor afroamericano de moda.

“ Estaba llevando mi carrera por el camino correcto, solo había un problema: mi adicción. Cuando estaba drogado buscaba la interacción con el público y el espectáculo por encima de la interpretación. Fue cuando lo dejé que aprendí a interactuar mejor encima del escenario”.

La drogadicción de Jackson venía de lejos. Se crió en un barrio humilde, en un contexto en el que los afroamericanos estaban totalmente censurados. En 1968, decidió abandonar la universidad para ingresar en los Black Panthers, reivindicando los derechos de los negros a través de actos que ahora considera "poco éticos".

Ya entonces frecuentaba amistades peligrosas. Tenía 20 años cuando el FBI se presentó en casa de su madre y le dijeron que su hijo corría grave peligro de ser asesinado. Así, tras una gran bronca y un susto que la familia nunca olvidaría, el futuro actor supo que debía retomar su camino. No solo por él, sino por quienes le rodeaban.

Las drogas ya formaban parte de su día a día. Sin embargo, su ideología rebelde se moderó. Sabía que debía hacer algo por su comunidad, pero de otra forma. No tenía que ser un Black Panther para ayudar a los suyos. De hecho, años después se convertiría en uno de los mayores símbolos de la comunidad afroamericana en todo el mundo.


Samuel L. Jackson ha sido el primer jedi negro de Star Wars, el encargado negro de reunir al equipo de superhéroes más poderoso de la Tierra, el mayordomo negro más cabrón de la historia y el mafioso negro que más ha calado en el público de todo el mundo. Además, ha colaborado con Spike Lee hasta en seis ocasiones.


Por si fuera poco, ahora interpretará un personaje histórico en La Leyenda de Tarzán. George Washington Williams, historiador y político que tiene el honor de ser el escritor de la primera historia documentada sobre la comunidad negra en Estados Unidos.

Washington Williams será un personaje real en una historia ficticia protagonizada por un símbolo tan relevante como Tarzán. Además, lo hará frente a Christoph Waltz, el villano del filme que también será un personaje histórico: el soldado belga León Rom, uno de los impulsores de la masacre del Congo durante el siglo XIX.

“Con esta película esperamos convencer a la gente de que se documente sobre la historia de George Washington Williams y, a través de él, sobre el primer holocausto del Congo”, afirma Jackson, dejando claro que “no es una película más sobre Tarzán”.

El de Samuel L. Jackson es otro más de los ejemplos de superación en Hollywood. El color de su piel le cerró puertas de joven. Pero consiguió vencer a una sociedad que evolucionó junto a su talento. Y, sobre todo, se venció a sí mismo, demostrando que la adicción a tu mayor pasión es la única que merece la pena.




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