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Cuando Diane y Mark Aulger supieron que su hija Savannah estaba en camino, esa noticia se convirtió en su más grande motivación. Semanas atrás Mark había recibido un diagnóstico medico terrible, tenía cáncer de colon y las probabilidades de sobrevivir eran pocas.

Conforme avanzaba el embarazo de Diane, Mark se mantenía optimista, le hablaba a la pancita para que la bebé se familiarizara con su voz, iba a sus sesiones de quimioterapia y pedía a Dios la oportunidad de seguir con vida para conocer a su hija. Si bien la familia ya tenía cuatro hijos, Savannah era un rayo de esperanza en medio de la tempestad.

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Diane ya estaba en el último mes de embarazo cuando llegó Navidad y mientras la familia abría sus regalos, Mark les comunicaba la mejor noticia del mundo : había vencido al cáncer. La familia no podía estar más feliz y sólo faltaba a tener a Savannah con ellos para que la dicha fuera perfecta, lamentablemente, no tenían idea de la tragedia que estaba por ocurrir.


El 3 de enero, Diane y Mark acudieron al hospital porque él no podía respirar y el diagnóstico era fatal : los ocho meses de quimioterapia que Mark había enfrentado habían destruido sus pulmones, tenía fibrosis pulmonar y esto impedía que el oxígeno llegara a su cerebro y torrente sanguíneo, poco a poco se asfixiaba.

Todo parecía indicar que su marido no alcanzaría a ver a la pequeña Savannah, pero Diane estaba decidida a intentarlo todo y pidió que le indujeran el parto dos semanas antes de la fecha en que debería nacer la pequeña bebé.



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Gracias a Dios todo salió perfecto, Mark estuvo en el parto de su hija y fue el primero en abrazarla cuando nació, ese fue el abrazo más largo y hermoso de su vida, 45 minutos de contemplar al milagro de la vida, de tener el producto de su amor con Diane en sus brazos. Difícilmente podía contener las lágrimas, por esos momentos no importaba nada más en el mundo, sus otros hijos también estaban ahí.


Al día siguiente, Diane volvió a poner a Savannah en los brazos de su padre pero algo no estaba bien, tenían poca fuerza y llamó al doctor, Mark estaba entrando a un estado de coma del que no despertaría jamás.

Mientras Diana se recuperaba del parto, debió hablar con sus hijos para decirles que su padre no despertaría, fue el momento más difícil de su vida. Los médicos hicieron todo lo posible pero Mark había perdido la lucha por la vida. El 18 de enero mientras Diane y Savannah lo acompañaban, su ritmo cardiaco comenzó a bajar, Diane colocó a la pequeña Savannah en los brazos de su padre y la sostuvo ahí hasta que él dio su último aliento.


Savannah no tendrá recuerdos como sus hermanos de su padre, no tendrá fotos de sus fiestas de cumpleaños o su primer día de escuela, pero no tendrá duda de que la amaba como a nada en el mundo.

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