Coincidiendo con Halloween, un vídeo de la Sociedad Americana de Química explora lo que sucede en el cerebro mientras vemos una película slasher, subgénero del cine de terror en el que suele haber un psicópata que persigue a sus víctimas con armas punzantes, como cuchillos, machetes, sierras eléctricas o hachas.
Lo curioso es que las sensaciones que nos invaden son muy similares a las que nos produciría una persecución real. En ambos casos se activan la adrenalina y el miedo, aunque si la cosa fuera de verdad, probablemente estos sentidos se activarian con más intensidad.
La Sociedad Americana de Química también ha descrito estos sentimientos:
Cuando nos invade el miedo, un bombardeo de adrenalina atraviesa nuestro cuerpo y el nivel de glucosa en los vasos sanguíneos aumenta. Mente y cuerpo se ponen en alerta. Hay que actuar. Desde el tálamo, la centralita de nuestro sistema nervioso, se envía información sensorial al resto del cuerpo, que toma una decisión: huir o luchar.
Es muy normal que, si no logramos escapar del asesino que sujeta un hacha, gritemos como locos. Los científicos cuentan que el proceso depende de un área del cerebro distinta a la del lenguaje: los gritos salen casi por instinto y cuando son oídos desencadenan la alerta en otras personas.
El miedo se traspasa con el objectivo de buscar ayuda.
Si los gritos no nos han servido de ayuda y el asesino clava su hacha en nuestro cuerpo vamos a sentir un grandísimo y enorme dolor. Entonces, unas neuronas especiales, llamadas nociceptores, enviarán mensajes al cerebro. De nuevo el tálamo actúa y ordena a nuestro cuerpo que haga todo lo posible para detener la lesión e impedir que ocurra de nuevo.
Después de la muerte clínica, nuestro cerebro sigue activo durante un tiempo. Según estudios recientes, el cerebro incluso parece experimentar un aumento de actividad que suele asociarse con la conciencia. Aunque los científicos aún no están completamente seguros de por qué ocurre o qué significa.
Que sepamos, nadie ha resucitado para contarnos que tal la experiencia, de modo que no sabemos lo que ocurre después de la muerte biológica. En principio, nuestro cuerpo se descompone y volvemos al polvo.
Sin embargo las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte cuentan cosas como esta: "Fue un sueño perfecto, puro, sin interrupciones y sin sueños", o esta: "Yo estaba de pie delante de una pared gigante de luz y el siguiente recuerdo que tengo es despertar en el hospital".
